La Fría Memoria Polaca.
- Lucas Agustin
- 20 mar 2019
- 4 Min. de lectura
574 son los kilómetros que separan a Berlin de Varsovia, la capital polaca, y a su vez son 293 los que separan a esta ciudad de su hermana Cracovia, tristemente conocida por ser el lugar estratégico elegido por la Alemania Nazi para instalar dos de sus campos de concentración mas inhumanos y escalofriantes, Auschwitz y Auschwitz-Birkenau ambos suman la friolera cifra de 400.207 muertos. Claro esta que la historia de estos campos de concentración es tristemente conocida, no solo por los terribles números de fallecidos, sino por ser el primer lugar donde se utilizo el Zyclon B, el gas utilizado para llevar adelante el exterminio masivo de judíos.

Pero lo que pocos conocen es que a 400 kilómetros de Cracovia se llevaría a cabo uno de los acontecimientos mas espeluznantes, extraños, crueles e increíbles de la historia Polaca y mundial.
Corría el día 10 de Julio de 1941, era una tarde de verano hermosa en el país europeo, y en un pueblo de unos 3.000 habitantes llamado Jedwabne se desarrolló un asesinato colectivo. Ese día, mil quinientas personas mataron o vieron matar a otras mil seiscientas, éstas últimas de origen judío, y en el exterminio no hubo ninguna distinción entre hombres, mujeres, niños y ancianos. Pero lo llamativo de este acontecimiento no son las cifras, ni lo brutal de los hechos, lo llamativo es que esas personas hasta hace unos días atrás, eran vecinos, amigos, compañeros de trabajo o familiares de un mismo país, una misma ciudad y un mismo pueblo. La historia, tan escalofriante como atroz, fue negada por décadas hasta que el historiador polaco judío Jan T. Gross publicó en el año 2001 el libro, Vecinos: El exterminio de la comunidad judía de Jedwabne. Este libro se llevó adelante recogiendo las historias y palabras de los únicos siete sobrevivientes de la masacre.

Una de las cuestiones mas particulares de este hecho fue que las autoridades Nazi que en ese momento estaban ocupando Polonia, no ordenaron la matanza, ni participaron de ella, solo se limitaron a autorizar el acontecimiento y dejar un registro fotográfico del mismo. Fueron lo propios vecinos de la diminuta comunidad de Jedwabne quienes haciendo uso de la violencia, golpearon, torturaron, y arrastraron a sus propios vecinos, hasta encerrarlos en un granero y tomar la decision mas brutal de la que exista registro... prenderlo fuego, con mujeres, niños y ansiamos en su interior. A esto le siguió algo ya conocido, confiscación de los bienes “abandonados”, el silencio generalizado, y un olvido sistemático y colectivo de lo acontecido. Las personas fueron aniquiladas, pero sus propiedades intactas fueron apropiadas por sus ejecutores.
Lo que rompe con toda lógica es la cara del victimario, en este caso no hablamos de un monstruo inhumano, un psicópata nacionalista o un asesino en serie, en este caso quienes consumaron el acto fueron polacos comunes y corrientes, fueron vecinos, fueron madres, hijos, abuelos, comerciantes, maestros, gente "normal". Y quienes cayeron en desgracia vieron a sus propios vecinos convertirse en en sus verdugos.

La historia de Jedwabne nos muestra hasta donde puede llegar un grupo de personas comunes, envalentonadas por la sensación de masividad, acompañada de un sentimiento de odio visceral y donde no existe tiempo para la reflexión o la empatía.
Pero Polonia aun hoy, en 2019, a cometido un acto tan reprochable con el narrado, a decidido a través de su Gobierno, cometer el acto mas vergonzoso y doloroso para las victimas y los familiares de las mismas, EL OLVIDO, a través de una Ley Nacional a decidido penar con hasta tres años de prisión a aquellas personas que decidan utilizar la expresión “campos de concentración polacos” para referirse a los centros de exterminio de judíos situados en el territorio del país centro europeo bajo la ocupación nazi. De esta forma trata de quitar responsabilidad a un país donde han quedado muestras sobradas de que tuvo un participación activa o por lo menos una débil resistencia a los hechos que enmarcaron los años mas crueles y terroríficos de la humanidad moderna.
Polonia tenía la mayor población judía antes de la II Guerra Mundial: tres millones de los seis millones de judíos aniquilados por los nazis en la “solución final” fueron asesinados en campos de concentración ubicados en la Polonia ocupada por los nazis, como Auschwitz, Treblinka o Sobibor. Sólo 380,000 de los tres millones de judíos polacos sobrevivieron al exterminio. Tratar de olvidar, enmascarar o tapar esta parte de la historia solo promueve mas violencia, degradación y un nacionalismo extremo, que fue la piedra angular del Tercer Reich Nazi.

Como en tantos otros hecho donde se cometieron delitos de lesa humanidad, como las desapariciones masivas de ciudadanos en las distintas dictaduras de Latino America, o el genocidio llevado a cabo en Ruanda contra la comunidad Tutsi por parte del Gobierno Hutu, el peor de los delitos pos-hechos es el de olvidar, es por eso que la sociedad en conjunto con los diversos organismos de Derechos Humanos debe tomar la responsabilidad de no dejar caer en el olvido acontecimientos como estos y luchar hasta las ultimas consecuencias para lograr memoria, verdad y justicia.
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